Hola Después… Scarlett Lugo, M. A.
Hola Después…
Scarlett
Lugo, M. A.
Existe un mandato lineal de la conducta: pensar bien con una vertical consecuencia puede que no siempre suceda; es de Dios desde donde viene ese quehacer. Nuestra naturaleza es, que en el campo mental que todos poseemos, hacemos de lo conocido un croquis perfecto ajustado sólo a ello mientras pensamos e hilvanamos el cómo tienen que ser las cosas, y cuando ese pensamiento se vierte en realidad y haciendo un choque mortal como cuando con montaña te estrellas, entonces se acaba de dar permiso legal a la frustración porque no salió como fue concebido en mi interno ideal. Casi nunca así acontece, puede que salga mejor, generalmente se entorpece. Optamos por un culpable encontrar. El accionar humano está condicionado por los conocimientos que éste ha recibido y procesado de las informaciones que entraron a su cognición por los sentidos que vienen consigo por defecto. Cierto es que, los mismos en su especialidad, dan a quien los pone en funcionamiento un in put importante; el out put, no necesariamente sería la excepción. Empero, ¡buenos días, Después! hoy quiero saludarte.
A ti a quien hoy saludo y quizás con ello he querido honrarte, quien triunfante siempre llegas; grato según se crea, despreciable según tu idea, quisiera poder describir…Eres esa mañana no todo el tiempo deseada. Y es que como fiscal accionas señalando esa razón que no se quiere mirar. Gritas diciendo: siempre has sido tú. Siempre fuiste quien osó pensar por otro, y así mismo osó usar lo que a otro le es derecho. Eres tan tangible, distinguido Después, como el alma que no todos quieren tocar pero que si todos saben que está. Eres ese abstracto en el que no todos piensan partiendo del génesis de nuestro accionar, y en el mejor de los casos, para no exagerar, el que menos reconocimiento recibe al analizar porqué llegas. Suena mucho pero es cierto, todos de ti nos hacemos eco. Todos te invocamos a que tengas que aparecer. Y te saludo otra vez: Hola “querido” Después. No todos lo hacen con gozo, hay quienes quisieran que nunca llegues, pero como antes dijera, siempre dirás presente.
Después, sé que el reto es muy grande, realmente no se quiere padecer, más, a sabiendas de tu existencia debo comprometerme conmigo para que aun hagas efecto, yo lo pueda comprender y además de ese hacer; buscar la mejor manera de bien aprovechar tu presencia. Sé que no puedo pasar por alto que traes contigo mi encargo y con mi nombre impregnado, ningún Después que es mi después pasa de largo. Sólo quiero saber mirarte, y si se quiere, hasta llegar a amarte, entendiendo también, que hay un después que excepcionalmente no propicié siendo esta una de tus ropas. Igual, a tu llegada sólo anhelo tener la capacidad para poder preguntarte ¿qué puedo hacer con usted? … Sí, sólo pase a saludarte. Y tu presencia me revela que es mi tarea entender que no siempre serás tan imponentemente determinante que no pueda enmendarte. No obstante, y otra vez, Hola “querido” Después.
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