nUrano y su amante Scarlett Lugo, M. A.

   

nUrano y su amante
Scarlett Lugo, M. A.

 Hola…Como ha sido tu día?, le pregunta con interés…

    Y sin respuesta, le insiste. Se repite la historia… Un mutismo colosal se impone en la sala de aquellos que atraviesan los altos picos de la malsana rutina. La que provoca que muchos, miren hacia otras direcciones, teniendo muy cerca todo lo que les complementa. ¡Qué difícil resulta, cuando ni eso se sabe! Y es que se pierden en el tiempo, abandonando lo importante.

    Los días siguen, las presiones pesan, las sustituciones se presentan con un nombre cualquiera, decisiones amargas que en principio así no eran. Cualidades valoradas que fueron la génesis de una historia, hoy se convierten en el apocalipsis y funestas derrotas. No se sabe romper los patrones que en automático se generan. El entorno no permite que se salga del letargo, y aunque el trago es amargo, se convierte en adicción. Consientes de ello o no, ya no se regresa. Se diluyen en el tiempo los que ya no se toleran, y ni si quiera por torpeza, se preguntan, ¿cuándo empezó?... ʺYa no huelesʺ, ʺno eres belloʺ, ʺno me gusta tu presenciaʺ, ʺNo me generas las sensaciones de antesʺ, pero tampoco se dice el porqué… y comienzan  a señalarse. Nadie cede, nadie se detiene, nadie piensa en el nos, sino sólo en el yo. Las justificaciones son el mejor defensor y se elevan como bandera. Y las ambivalencias, muy abiertas. La soledad como la preferida y el tirar la toalla como la mejor elección. Las repeticiones de frases ajenas, que en principio se hacen vuestras, entonces solo dejan la estela de que no, realmente no lo era. Perdón, mi querido Benedetti: Te quiero; una vez me hice eco de tu voz: Si te quiero es porque sos mi amor, mi cómplice y todo, y en la calle codo a codo, somos mucho más que dos.  Y asiiii, que inicio todo. Perdón, eso ya se olvidó!

    A pesar de todo, los días siguen. La amante siempre muere, no importa cómo se llame. La noche rie y llora. Los días vuelven. El sol bravea. Y solo queda los que ven de manera diferente a como tu rutina te enseña, siendo ella la blanca preferida a sabiendas que las neuronas les quema. Solo queda el que importa y al que le importas de veras. Solo queda el que ama, y te ama, quien mira con el alma, y quien escucha el silencioso grito que emites. Solo queda el quiere que veas. Mira, vive, fluye, ríe y despierta, pero sobre todas las cosas, nunca te olvides de Dios, como Mijares dijera …