Entre
mis páginas
Scarlett
Lugo, M. A.
…A altas alturas de la vida, nos damos cuenta
en dónde nos hemos podido esconder una y muchas veces. Todos, lo hacemos en
determinado momento y aunque los roles que elegimos impongan su realidad,
siempre solemos escapar. Si, escapamos. La vida social, el roce con otros es
una jugarreta extraña; el equilibrio es vital. Es para algunos como esconderse
entre páginas. Para otros anclarse en algún puerto, tan solo por agotamiento,
sin tan siquiera haber iniciado la marcha. Huimos como atletas en largas
carreras cuyo trofeo seria la encantadora felicidad. La que no depende de otros
solo de nuestro propio bienestar. La que muchos anhelan, y que salen a buscar,
olvidando, siempre olvidando, que solo en sus adentros se encuentra. ¿Hasta cuándo
seguiremos corriendo? ¿Hasta cuando hemos de mantener nuestro norte en un solo
polo cuando puede haber un buen zizageo? ¿Hasta cuándo se hará mucho, haciendo
perfectamente nada?
Hay escondites
donde nadie, salvo Dios, pueda saber que estamos. La mayoría de las veces, no
nos percatamos. Solo escuchamos el ruido de las afuera gritando, y nos perdemos
en esa estela que nosotros mismos vamos dejando. Hay escondites evidentes, y
entre mis paginas las plasmo: pregúntenle al alcohol al que tantas culpas le
cuelgan, no olvides dejar de lado, las muchas nieves que en verano pueden
trancar las puertas. También el rechazo, y las burlas, las proyecciones
indiscretas.
¿Qué hay de la ausencia? ¿Qué hay de las
promesas incumplidas y los temores no reconocidos? ¿Qué hay de las lecturas sin
fruto que no acaparan la atención, y que distorsionan la concentración, porque
ambas están en yates de lujo? Las que empeoran la memoria con un alemán intruso
queriendo ser el huésped principal. ¿Qué hay de los que se esconden en largos días
de trabajo, y al día siguiente lo mismo? ¿Qué hay, de que quienes se pierden en
las páginas de la vida que ellos mismos han escrito? ¿Qué hay de los que dicen
te amo con la boca y en momento, y cuyos hechos son contrarios? La incoherencia
es un grandioso dilema, una telaraña exquisita que muchos saben tejer. Sé que
tus pensamientos refutan lo antes leído. Me atrevo a decir, que también te has
escondido. Justo en eso está nuestra cuota de responsabilidad. Muchos carecen
del tiempo para poder despertar de ese largo soñar, otros simplemente no tienen
tiempo de pensar en sí, primero, a sabiendas de que solo con ésto, todo lo demás
podrá ser verdadero.
Aprender a conocernos y aceptar nuestra cuota sí que ayuda.
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