Bolsas plásticas versus un derecho universal Scarlett Lugo, M. A.
Bolsas plásticas versus un derecho universal
Scarlett Lugo, M. A.
Una de las grandes luchas que se han librado en estos últimos años, lo
ha sido el reconocimiento de la dignidad del ser humano. Resulta que como parte
del discurrir de los tiempos, ha habido acontecimientos de alta trascendencia y
la actualidad no escapa de lo antes dicho. En su gran mayoría, creación y
voluntad netamente humana, el punto de partida de muchos de ellos; memorables
no necesariamente por ser buenos. Permisión de Dios, por no haber elegido la prudencia
y obediencia, y muchos, en vez de ajustarse, responsabilizándolo por lo
acontecido que no es favorable, cuando el llamado que él hace es a vivir
conforme al amor. Amándolo a Él sobre todas las cosas, y al prójimo como a sí
mismo. El hombre elige sus intereses, y su deseo inmensurable de ostentación de
poder para pavonearse ante otros se hace evidente.
Resultado de lo antes dicho, mucho dolor, muerte, aflicción, desastres,
desequilibrio de grandes sistemas, llanto que no puede muchas veces ni si
quiera expresarse. Que el humano se quede seco, desgastado, con un fluir de
emociones a desniveles, y propensos a llegar a trastornos. Nerviosismos,
dolores corporales sin sentido, pérdida del apetito, irritabilidad;… póngale usted
como quiera…
La mención de algunos acontecimientos que han marcado la historia haría más
largo este post. Sin embargo todos tienen características distintas. Encontraríamos
las grandes guerras que han hecho historia, pestes, como la Bubónica, Fiebre
Amarilla; el Destrozo de las Torres Gemelas, y mas, han provocado el cese de
estructuras, y hasta de culturas arraigadas para que hayan nuevos estándares, los
cuales rompen cuantas veces quieren intereses egocéntricos que se imponen a la
fragilidad del ser, y lo quiebra y los deshace, dejándolo como polvo cuando
realmente es Valioso.
¿Por qué? Es la pregunta que
más suena. ¿Quiénes pagan las
consecuencias? Todos los iguales que por alguna razón no tienen nada que ver
con lo que pasa tras bastidores, pero que, a consecuencia de monstruos
invisibles, entonces se van de la tierra dejando un vacio ingente, además de
una aureola de angustia, amenaza y frustración en los que quedan, y a los que
no les da el tiempo de decir adiós, como lo merecía el ser que partió. Todo esto
sin dejar atrás al culpable, el chivo expiatorio al que hay que
responsabilizar, y echarlo al agua cual Jonás.
La calidad de valioso como ser humano, cualidad inalienable,
irreversible, irrenunciable, hoy día, está siendo franqueada por la necedad de
sólo algunos que se la arrebatan a muchos. Y es que no sólo se está confinado a
permanecer en el hogar, cumpliendo una prisión domiciliaria por un hecho que no
se cometió; desde la perspectiva positiva, ejerciendo el instinto de supervivencia,
más bien haciendo el amor; sino que
también, se ve con la probabilidad muy alta de que su dignidad se envuelva en
una bolsa plástica. Puede que, si tienes un peso, un tarro de color funesto.
El derecho a una muerte digna ha sido estropeado. Una fosa común es hoy
el destino del pobre (no en todos los casos, pero un tercero quien se encarga) y
aún del rico que no obedece, y con mucho pleito de los dolientes, a quienes no
les da el tiempo de procesar en el momento justo la aflicción repentina por la
pérdida, sino que también tienen el peso de que su muerto no pueden enterrar.
Muchas familias, a las que quizás se pueda llamar organizadas, tienen
preparados lugares en cementerios, sin embargo, bolsas plásticas son las que
priman, o aquellos tarros que antes mencioné, si es que se puede pagar por las
cenizas.
Cierto es que todo esto pasará. Sino pregúntenle a la atmosfera que después
de tanto llorar, y una naturaleza gimiente, hoy sonríen, porque se cambiaron
los papeles. Cierto que no dejará de ser digno porque su valor viene consigo aunque
su fin no sea el esperado, la recomendación de amor que hoy se oye es para
prestarle atención, evitando con esto una estela de dolor más grande de lo que
debe. Obediencia y/o resiliencia. Por irónico
que parezca, es a usted quien le toca escoger.
Todo lo malo que acontece en la vida de nosotros, los seres humanos, no es otra cosa que la consecuencia de nuestros propios actos.
ResponderBorrarMuchas veces, sin ni siquiera proponernoslo hemos llegado a desafiar a nuestro propio creador olvidando que nosotros también somos parte de la creación.