En el banquillo de los acusados… Scarlett Lugo, M. A.

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En el banquillo de los acusados…
Scarlett Lugo, M. A.


Inicio su andar. Con una energía que se reducía mientras más caminaba y no de manera entusiasta. Y es que, cada vez era más pesada la carga. Las maletas malhechas las llevaba arrastradas; ya no podía. Era cada vez, más largo el andar. Se detenía, para un aparente descanso, y observaba el camino dejado. Y se volvía hacia a si, preguntándose sin respuestas: ¿Por qué tuvo que ser así? ¿Por qué razón tuve que haberlo vivido? ¿Por qué no tuve el valor de impedirlo? ¿Por qué fue que lo permití?

Y se insistía, cual boxeador que lleva la delantera. Buscaba la manera de amargarse más la vida entera. Era increíble el poder que sobre si tenía, y aun detenida, le pesaba lo adelante, y lo de atrás, era como las rocas de gran peso que a rastras llevaba. No las podía abandonar. ¡Oh que sentimiento más vil! ¡Qué malestar tan siniestro es el que solo me suma el consumo de mis huesos! Me mantiene en silencio mientras me grita en mis adentros, y provoca el reflejo de un eco literal que se dibuja en el tiempo. Y vuelve a caminar...¿Hasta cuando he de cargar con estas maletas malhechas, con estas pesadas rocas, con este silencio que me regala una mortandad entre vivos y una vida entre muertos?… ¿Hasta cuando he de llevar lo que me consume por dentro?… Se volvió a preguntar…

Así pasaron días, semanas, meses y años, y del purgatorio en la tierra no había salido… unas que otras sonrisas pasajeras lograban adormecer solo un poco ese dolor molestoso que realmente no duele. Solo lograba esconder lo que todos pueden ver, y que labios no dicen, porque la lengua haragana ni siquiera moverse quiere. Y es que, todo huye de sí. La atención está perdida, la voluntad, te abandona. La razón, dice, no tengo razón de ser, y te deja cual esclavo dependiente de su amo. La memoria, solo se encarga de hacerte recordar un ayer perdido y sumido en el olvido que se esfuma cual icono de humo diseñado en el aire. Y la inquisidora culpa, que al fin puede nombrarse, hace presencia en quien anda, llevándole a todos los lugares cuyos fines funestos le roban el ser.

Sin embargo, dependiendo de haber hecho o no hecho, hay maletas malhechas que no siempre son de quienes las llevan. Abrirlas, solo cuesta el momento de que decisión, que de repente se activa, ejecute su función. Revisar el contenido, y sacar lo que no es necesario en el camino elegido. Así llegara un gran alivio. Hay rocas pesadas que no tienen que ser arrastradas, y menos si están en pendientes. Un solo empujón, y rodaran solas hasta lograr detenerse. Solo falta que decisión siga al frente. Revisar nuestros sistemas establecidos como certeros es tarea de quien piense. Así señora culpa, no tendrá el poder de someter a quien ande, a sentarse donde todos y nadie lo ve.

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