Oh señora Prudencia... Scarlett Lugo, M. A.



Sue Helderberg

Oh señora Prudencia... 
Scarlett Lugo, M. A.


      La vestimenta que exhibe cada quien, será     conforme a quien se vista. Más, es necesario que algunas ropas que hoy están en desuso, se vuelvan a utilizar, por eso que es que nada nuevo, jamas abrá. Los colores, los estilos, las formas, siempre serán tan variadas como ellos mismos, sin embargo, quien elige, tiene una estructura mental que queda evidenciada cuantas veces una pieza escoja y la adopta para sí. Cada ser, usa lo que le identifica. Lo acoge a su tiempo, lo usa según la necesidad, en verano, en otoño, o en invierno. La primavera, en muchos, siempre reinará.

     Ahora bien, existen vestimentas no muy tangibles. Son aquellas que hacen presencia en ti, aunque no las menciones tan siquiera, y que no eres tu quien la nota, solo las desarrollas, si es que la entiendes parte de ti. Actuar bien, hacerlo con cuidado, con justeza, fortaleza, cautela y sensatez es una virtud muy valorada. Es una ropa muy cara. Es ponerte vestido de gala. Es volver a lo que ya dio resultado, a lo que aun siendo pasado, no pierde nunca su esencia. Los escolásticos le dicen, la recta ratio agibilium. Guía de las demás virtudes, auriga virtutum como dijo Sto. Tomás de Aquino. Cualidad perfecta de Dios, como se muestra en sus días. ¡Oh señora Prudencia, que bien vestida se ve!. Hagamos honor a su presencia.

     La capacidad de pensar, ante ciertos acontecimientos o actividades, sobre los riesgos posibles que estos conllevan, y adecuar o modificar la conducta para no recibir o producir perjuicios innecesarios, es un traje perfecto. También, es muy duradero. Impermeable en su contexto. Oh señora prudencia, que bien vestida se ve! El buen juicio, la templanza, el aplomo, la sabiduría, la cordura, y precaución, son parte de los detalles más hermosos que le adornan y le llenan de esplendor. El que quiera bien vestir, a usted debe acudir.

     Es necesario, que usted se exponga un poco más, tal vez el viejo le recuerde, y la proponga a quienes le siguen. Tal vez el joven la practique y pueda multiplicar. Haga de dicho traje, réplicas sin número. Tal vez los que crecen, le encuentren tan agradable como realmente es usted. Tal vez cuando la vida termine, se pueda decir de quien le elige como un traje elegante, que fue justo a su medida, y no tuvo nada que repararle, por cuanto quien le usó como sus ropas, evitó incidentes irreparables, o tan si quiera tener que decir: disculpa, yo me equivoque. -momento desagradable, según muchos, pero solo de valientes-.

     Apelo a su presencia, oh señora Prudencia en todos los closets que existen, y que por lo menos un día de los siete que en una semana tenemos, podamos hacer alarde de su vibrante fulgor y podamos vestir con todos sus grandes dotes.




Comentarios

  1. oh señora prudencia, tomare su nombre, seré prudente y breve, gracias por estos escritos siempre agregan algo al sentir humano.
    mis respetos y admiración.
    Att: Mr. Jimenez

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  2. Señora prudencia daré una chequiadita en mi closet procurando que usted no falte en el.

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