Díceres...
Díceres...
Scarlett Lugo,
M. A.
En las calles circulan
muchos dichos que se les tildan de populares.
Las culturas suelen hacer repetir díceres que no son más que verdades
expresadas por alguno que la padeció, con escasas excepciones. Y se vuelven a
repetir cuantas veces se evidencien situaciones que se entiendan similares. Se escuchan
varios: “Ojo que no ve, corazón que no siente” “Los padres se comen las hojaldras
y los hijos sufren las denteras” entre otros sin números. Estos dos, y muchos mas, sin
embargo, dan al traste con las intenciones. Y me pregunto: ¿Qué existe en el corazón
del hombre? ¿Por qué será que se evidencian más las acciones encaminadas a lo
que se entiende como malo?
Todos los
seres humanos que hacen el intento por conocer sobre la conducta del hombre, antropólogos,
sociólogos, psicólogos y demás, han tenido que dar sus hipótesis sobre el
particular. Lamentablemente, no estamos en los tiempos frenológicos, donde
los cráneos eran rotos para extraer sus contenidos y así estudiar el
todo y/o lo restante, haciendo conclusiones de toda clase, reconozco cierto
avance. Quizás, estando en la actualidad, la era de la caverna está más
evidente que en la lejanía de los tiempos. No sabemos que existe en las intenciones
del hombre, por qué las mismas se miran como macabras en muchas de las
ocasiones. Bestialidades humanas. El deseo de reconocimiento unipersonal se
impone a la colectividad, y ¡cuantos desastres deja!
Se mantiene el
pugilato entre lo bueno y lo malo, -la guerra de nunca acabar- , y se
evidencian las carencias del don mas grande que nos dejó Dios en su marco
referencial. Y es que se ha vulgarizado
tanto el término, que hasta de ridículo se acusa a aquellos que lo mencionan. El
amor. Si, ese mismo.
¿Dónde se habrá
quedado? ¿Qué es lo que de él nos han enseñado? ¿Cómo es que lo estamos
propagando …si es que acaso lo conocemos? ¿De qué manera, es que lo hemos
asimilado, y en cuál de sus dimensiones?
También se
escucha un mandato divino : Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón por que
de el mana la vida; porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los
malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, las
avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, las maledicencias,
la soberbia y la insensatez. Todas las maldades de adentro salen y contaminan
al hombre. Tenemos capacidad de elección. Todas las intenciones se vivifican aquí,
y la razón entonces la da forma. Las exporta. Las deja en evidencia. Por eso es
que las noticias, redes sociales, periódicos, y todo medio de comunicación existente,
multiplican cada una de las intenciones de los escribientes, o de todos
aquellos que hacen historia. De ti, de mi, de todo el que como yo, o como tu se
queja, se enamora, se divierte, se entristece, se olvida de lo establecido, se
tuerce y se retuerce. Elige y rechaza, y hasta de todo aquel que solo dice Hola…
y eso, en algún momento se revierte. Se utiliza en tu contra, de acuerdo del
lado que te encuentres, victima o victimario… y todo lo que puedas pensar.
Dueño siempre serás de lo que callan tus labios, y esclavo de lo que dices
alegre… y vuelvo a usar un refrán.
La ciencia y
la sabiduría han sido manifiestas por Dios, aunque el nombre que tu le des no
sea el que yo ya escribí, y todo se circunscribe a lo que El estableció, aunque
equivocado te parezca. Te respeto tu opinión. Más, todas las intenciones tienen
sus recompensas y de ti y de mí depende que las que sean manifiestas, nos regalen lo mejor, para que en nosotros no se cumplan refranes que una vez
fueron dichos, y día a día, alguien repite: Como tú hagas, te harán… Son más
bien, dichos bíblicos… Aunque se queiran negar.
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