Aprendida la lección, solo tienes que vivir
Aprendida la lección,
solo tienes que vivir
SCARLETT LUGO,
M. A.
Sentimiento
primitivo presente en todos los seres humanos como parte del sistema más complejo
que ha sido creado. La culpa, es quien arrastra consigo otros más de la misma categoría y
todos giran en torno a la poca presencia de alegría o una tristeza que evita
seguir el camino elegido.
Somos responsables
de hacer, de no hacer y toda acción tiene una reacción, y viceversa. Entonces es
justo en estos espacios de manifestaciones humanas donde los hombres tienen la
posibilidad de recibir la visita de este sentimiento o mas bien, permitir que el mismo se despierte en sí. El interés activa la actitud, positiva o no, dependerá
de la posición en la que te encuentres.
¿De cuántas
cosas somos culpables en un espacio de veinticuatro horas? ...Y ¿si extendemos el
tiempo? El estado afectivo que experimenta la persona, llamado culpa, lo hace por
haber hecho algo que cree no debió haber cometido, o por no haber hecho algo
que cree debió haber realizado. En el lapso de tiempo estimado, corto por demás,
nos vemos limitados al análisis de los roces que tenemos con todos. Ese análisis
nos dará la respuesta. Y es que entre esos todos, yo y mí otro yo también forman
parte de mi interacción en ese lapso de tiempo.
Culpa por haber
realizado algo que tu interior considera que no debiste hacer, es la más
literal. La más evidente. La más notoria. La otra es la menos socorrida. - No
significa que no esté- . Las transgresiones cometidas en contra de Dios, del
orden cultural, familiar, moral, de grupos de pertenencia, religiosas, de las
leyes establecidas, en contra de tu propio sistema de creencias, en contra de
lo que se establece en una relación de amistad, en una relación jefe-empleado,
en una relación amorosa, entre otras, son las que nos generan dicho sentimiento.
Una cosa nos enseñan, nuestros padres, nuestro entorno, otras las aprendo,
ambas las desaprendo para volverlas a aprender, ahí, eres un nuevo ser.
Cuando cometes
un error, una acción que en tu interior sabes que no debiste cometer, entonces,
la ansiedad, la tristeza, la vergüenza, los remordimientos, hacen acto de
presencia y te invaden. Es necesaria la intervención del reconocimiento. Es necesario
que el interés de evitar que ese sentimiento te siga vistiendo, te mueva a una
actitud correcta. Ni siquiera por el otro, tal ves, si no por ti mismo. Porque la
persona más dañada por esta experiencia disfórica, es el ser humano que ha
permitido su presencia en sus días. Eres tú. En el derecho, que actúa en búsqueda
del sostenimiento y permanencia de la justicia, la culpa, es manejada desde la
postura de quién la tiene, quién no la tiene y a quién se le imputa. En ese
momento es específica, objetiva, directa. Desde mi yo, ¿qué tan consiente soy? Siempre
seré culpable de algo. Positivo, negativo… ¿Qué tan consiente soy?
Admitir,
reconocer y hasta perdonar los males internos y externos son parte de la
sanidad a la que debo acudir para que la culpa se vaya. Te dejan la amarga
carga de tener que vivir a sabiendas de que un día la culpa fue parte de ti,
por que así lo permitiste. Y aunque no siempre es mala, una vez aprendida la lección,
solo tienes que vivir.
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