Vestidos y rep.tas Scarlett Lugo, M. A.

 


Vestidos y rep.tas

Scarlett Lugo, M. A.

 ¡Dime quien te viste y te diré quién eres!... Así dice el refrán.

Al miedo y la vergüenza, debemos el vestido. Adán sabe de eso y Dios que en su compasiva atención le socorrió al encuentro poniéndoles a el y a ella un mejorado atuendo.

Vestirse hoy, irónicamente nos deja más desnudos irrespetando su esencia, aunque con seleccionadas piezas, pues nuestra identidad queda expuesta, un estado de ánimo según donde sea, la posición social que es la que más pesa, además del alma que baila cuando de llanto está llena. Tan pasajera y efímera al cumplir su función, tan habladora silente que nuestra personalidad muestra sin permiso alguno quizás. En su mudo sollozo alude a la pertenencia a grupos por la que e pelea con todos y con nadie a la vez, sin olvidar el respeto a la bien llamada cultura. Nuestra manera perfecta de invitar a muchos a leer lo que verdaderamente una lectura no es. Una expresión integral de lo que no quiero que sepas.

Las creencias, los valores -que no todos llevan- y las ocurrencias de quienes entienden que portar un vestido caro le regala la realeza, devienen en querer saber qué es lo que realmente cuenta. Hay vestidos de toda clase, estatus y para todo aquel que bien lo pueda obtener. Colores, texturas caras y ostentosas, formas de ingente diversidad, hasta los más humildes tejidos, que, el portador en su rústica esencia, lo daña al poner, también les daña el coctel. Es que el garbo no está en lo que se porta; no es sinónimo de elegancia el buen vestir, si se fluye de manera equivocada.

Cada momento en que exhibir un nuevo atuendo se hace desde una actitud efectiva valerosa, altruista, o displicente, desdeñosa que deja de reconocer hasta al propio amanecer, es una muestra de quien ostenta sus ropas. La intención sale a flote cual pelota hundida en la playa. Se muestra muchas veces menos brillos y más sombras, no importando el muy caro y fino traje. Consigo atrae buenos y/o malos augurios, entretanto los espejos están dispuestos a reflejar su proyección perfecta. La preferencia siempre será que desde el amor se vista, con sólidos límites desde el respeto, que le ajuste al cuerpo la responsabilidad de vuestra decisión, sin que lo que se enseñe sea grosero. Vestirse de seda sin que la piel no esté del todo ambientada es como el animal que a su lodo vuelve, o aquel narciso que se hundió por culpa de creerse tan bello. Hay quienes olvidan lo que vieron en el espejo antes de vestirse de nuevo, quizás queriendo dejar de lado lo que es su yo verdadero.

Comentarios

  1. Estimada, interesante reflexión para aplicar. Nos recuerda que la ropa no solo cubre nuestro cuerpo, sino que también revela quiénes somos por dentro, bueno en la mayoria de los casos. No se trata del lujo o las marcas, sino de cómo nos sentimos y lo que queremos expresar. Al final, lo que llevamos puesto es una extensión de nuestra identidad, pero lo más importante siempre será lo que llevamos en el corazón. Gracias por compartir este mensaje tan profundo. Dios bendiga mas.

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  2. Muy interesante siempre he dicho nos vestimos de acuerdo el lugar según dice los expertos, pero también las personal se viste de acuerdo a su ánimo, pero no está demás vestirse como corresponde según cada quien quiera. Pero es de agrado parecer elegante que vulgar.

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